domingo, 30 de octubre de 2016

FLOR DE LA COFRADÍA FIESTA PATRONAL DE SAN SEBASTIÁN, RETALHULEU, 1957


FLORENTINA REYNOSO TUMIN 


Fue investida como Flor de la Cofradía de San Sebastián, Retalhuleu, en enero de 1957, recibiendo la banda que la acreditó como tal de manos de su antecesora, la señorita Candelaria Silvina Cochajil Velásquez (Revista San Sebastián del año 1957 y 1958).

Nació el 10 de junio de 1942 en San Sebastián y, lamentablemente, falleció hace cinco días el 26 de octubre recién pasado a la edad de 74 años. Quienes integramos Gente del Samalá nos permitimos expresar a su familia nuestras respetuosas condolencias.

La fotografía que les presentaremos enseguida fue tomada por Foto Estudio Urízar de la ciudad de Retalhuleu con motivo de su investidura y se encuentra en las ediciones de 1957 y 1958 de la Revista San Sebastián. En esas ediciones de la revista, se anotó su nombre como Florentina y como Celestina, diferencia que aclararemos más adelante en esta misma publicación.




Gente del Samalá contó con la colaboración de Regina Aurora Aquino Arenas para realizarle una entrevista a doña Florentina, la cual tuvo lugar el 16 de octubre, diez días antes de su fallecimiento. Durante esa entrevista ella contó sus recuerdos acerca de su investidura como Flor de la Cofradía y hoy compartimos, con mucho respeto, esos recuerdos con ustedes.

En primer lugar, nos aclaró que la diferencia entre sus nombres se debió a que en esos tiempos era más difícil para las personas cuyo idioma materno era el K’iché, pronunciar correctamente el español, o castilla como se decía en esos tiempos, razón por la cual, fue más fácil pronunciar Celestina que Florentina y es por ello que su nombre fue escrito diferente en la revista. 

Fue investida cuando tenía 14 años de edad y su corte de honor estuvo integrada por Isabel Marroquín y su caballero Alonso Sum;  Dolores Xulú y su caballero Miguel Sacor.

En 1957 el alcalde era don Nicolás Tumín Quich, su abuelo, para quien fue motivo de mucha alegría que su nieta fuera electa Flor de la Cofradía. En ese entonces por disposición del alcalde, su caballero debía ser el secretario municipal,  que en esos años era Luis García Del Val. Sin embargo, Cupido ya rondaba a doña Florentina, y esto lo sabían las amigas que integraron su corte de honor y ellas se las ingeniaron para que su caballero fuera finalmente Alberto Hernández quien estaba enamorado de la futura Flor de la Cofradía. Y es así como le acompañó ese día, convirtiéndose más tarde en su esposo hasta el día que ella falleció.

La coronación se realizó en el kiosco del parque, frente a la municipalidad y la ceremonia se amenizó con marimba. El salón en el que se llevó a cabo el baile en honor a las soberanas fue en la casa de la esquina a un costado de la iglesia católica, donde se solían celebrar esa clase de acontecimientos, que anteriormente fue propiedad de Andrés Córdova, Herminio Velásquez, Adela Moraga y hoy de la familia Citán.

En aquel entonces, durante la investidura de Flor de la Cofradía se les imponía la banda, que era de color azul y blanco, el zute o paño ceremonial y el chachal, pero no vestían el tocoyal (xaqap en K’iché). El profesor Edgar René Morales Gutiérrez fue quien le escribió el discurso a doña Florentina.

Uno de los obsequios que daban, tanto a la Flor de la Cofradía como a la Reina de la fiesta, eran pases para presenciar las corridas de toros que se llevaban a cabo en la barrera que se instalaba en el predio en donde actualmente se encuentra la escuela Pain y que en esos años se conocía como el Matapalo porque allí, calle de por medio, crecía uno. En esos tiempos no se acostumbraba que las soberanas participaran en el desfile del día siguiente como se hace actualmente.

Esta historia fue relatada por doña Florentina en su casa de habitación y en esa oportunidad se captaron las fotos que a continuación compartimos, en las cuales ella luce el mismo traje que vistió el día de su investidura como Flor de la Cofradía y que guardó siempre como un recuerdo.







Expresamos nuevamente nuestras condolencias a la familia de doña Florentina y les agradecemos habernos abierto las puertas de su casa para conversar con ella. Que en paz descanse.





Agradecemos también a Regina Aurora Aquino Arenas su valiosa colaboración en la recuperación de esta historia que forma parte de la historia de nuestros pueblos.


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